En Mesopotamia se desarrolló una rica cultura gracias a la diversidad de pueblos que la habitaron. Uno de sus principales aportes a la humanidad fue la invención del primer sistema de escritura. Los textos más antiguos de Mesopotamia datan de alrededor del año 3000 a.C. y fueron escritos por los sumerios, quienes usaron un sistema de escritura cuneiforme, “forma de cuña”.
La invención de la escritura de Mesopotamia
Hacia el año 3.400 a. C. en Súmer se desarrollaron las primeras formas de escritura de Mesopotamia como consecuencia de la complejidad económica alcanzada, fue adoptada rápidamente por gobernantes y sacerdotes. Se escribieron los primeros textos mesopotámicos cuyos temas iban desde la literatura hasta las matemáticas.
La escritura de ese entonces era pictográfica, es decir, empleaba dibujos que representaban objetos reales. Sin embargo, con el tiempo se simplificaron los signos y se creó la escritura cuneiforme.
Escritura cuneiforme
La escritura cuneiforme de Mesopotamia se practicaba sobre tablillas de arcilla, en donde los signos se grababan con una caña afilada sobre el barro fresco. Para que el dibujo fuera nítido, había que levantar la caña varias veces, y entonces se producía una combinación de trazos quebradizos, con apariencia de clavos o cuñas. Por ello, esta escritura recibió el nombre de cuneiforme. Normalmente, las tablillas se reutilizaban, pero a veces, si el escrito era muy importante, se cocían para endurecerlas y conservarlas.
Importancia de la Escritura cuneiforme
Por lo general, en las tablillas representaban animales u objetos, lo que indica que la escritura cuneiforme nació como medio de contabilidad. Este logro les permitió a los pueblos mesopotámicos llevar un registro metódico y minucioso de la información. Además de sus funciones administrativas, la escritura de Mesopotamia fue empleada para preservar su literatura como la Epopeya del Gilgamesh y escritos legislativos como el Código de Hammurabi.
Uso y traducción
La escritura cuneiforme fue empleada entre la Edad de bronce y la Edad de hierro desde los sumerios hasta los persas durante más de 3 000 años. El desciframiento fue paulatino. En 1857, Hincks, Rawlinson, Oppert y Fox tradujeron un prisma de piedra del monarca asirio Tiglath Pileser I (1 114 – 1 076 a. C.).