La economía peruana luego de la Guerra del Pacífico se debatió entre dos alternativas de desarrollo. La primera, una economía de exportación de materias primas y de importación de los artículos manufacturados. El resultado había sido la gran dependencia económica y financiera que, en buena medida, condujo a la guerra.
La alternativa era privilegiar la industria transformativa nacional, aprovechar los recursos naturales peruanos para establecer una industria sólida y una agricultura complementaria que permitiesen una autonomía económica con respecto a los mercados internacionales.
En la práctica, la apertura de la economía peruana a las importaciones había terminado con los escasos y tímidos esfuerzos industriales. Los talleres que quedaban eran pequeños y de alcance local.
Capitales extranjeros
El dominio inglés se reforzó gracias al contrato Grace. Este contrato se firmo durante el primer gobierno de Andrés Avelino Cáceres. Desde finales del siglo XIX, sin embargo, capitales de otras procedencias ingresaron a la economía peruana lo que, a la larga, terminó con el predominio inglés. Al amparo de esos nuevos capitales es que se dio impulso a diversas actividades económicas de carácter extractivo (minería, agricultura de exportación, caucho).
Explotación del caucho
La explotación del caucho hizo conocer «la civilización» a los pueblos de nuestra Amazonia asta entonces «no contactados» más que a través de la labor de las misiones religiosas. Fomentar la inversión de capitales locales y extranjeros en las actividades extractivas (minería, petróleo y caucho) fue una de las principales obras del segundo gobierno de Nicolás de Piérola.
Nuevos propietarios del comercio
En la agricultura, aparecieron los llamados «barones (dueños)» del azúcar, representados por Grace («Cartavio»), Glidemeister («Casa Grande»), Larco Hoyle («Santa Catalina» y «Chiclín»). La mayoría de estas marcas aun permanecen en el mercado comercial peruano.
Al lado de los grandes propietarios extranjeros surgieron propietarios ligados al civilismo y a las antiguas consignaciones guaneras. Entre ellos, destacaron los Pardo («Tumán«»»), De la Piedra («Pomalca«), Aspíllaga («Cayaltí») y Aurich («Batán Grande»).
El origen de los latifundios en Perú
Se produjo una concentración extrema de la tierra llegándose a constituir los llamados «latifundios» en la costa de Lambayeque y La Libertad. Estos latifundios fueron plantaciones por especialización de un producto y el carácter «hacia afuera» de su producción estaba casi íntegramente destinada al mercado externo y con escaso consumo de lo que producían los alrededores.
Además de las nuevas organizaciones de la actividad agrícola, la Guerra del pacífico dejo otras consecuencias económicas, sociales y políticas. <-
El sistema de «enganche»
Las plantaciones, inclusive las más modernas, recurrieron al sistema del «enganche» o sistema de endeudamiento de los trabajadores para obtener mano de obra. Este sistema consistía en enviar a los pueblos de la Sierra norteña unos personajes llamados «enganchadores» con la misión de adelantar dinero a la población indígena y mestiza.
Los así «enganchados» debían pagar esos adelantos con trabajo en las plantaciones durante temporadas muchas veces imprecisas que conducían a nuevos endeudamientos y, por consiguiente, la prolongación de esta relación arcaica que iba en perjuicio de su economía personal y familiar en su pueblo a los que muchos de ellos no regresaban más.
Los hacendados
En tanto, en la sierra predominó la hacienda tradicional. El hacendado serrano (llamado «gamonal«) dominaba tierras y agua para llevar una economía de escasa proyección hacia el mercado; mano de obra bajo regímenes propios de tiempos coloniales con fuertes elementos de servidumbre.
Explotación minera
En la última década del siglo XIX se reactivó la explotación minera al impulso de la Ley de protección de la industria minera de 1894. Esta vez, sin embargo, interesó más la extracción de cobre y otros metales no preciosos (plomo, zinc). En Cerro de Pasco se instaló la empresa minera norteamericana Cerro de Pasco Copper Corporation que, poco a poco, fue absorbiendo a los pequeños y medianos productores. Asimismo, capitales italianos y luego ingleses iniciaron la extracción petrolera en la costa norteña.
Industrialización en el Perú
Por otro lado, de manera espontánea; es decir, sin ayuda del Estado, desde 1890 se establecieron decenas de fábricas de medianas y pequeñas dimensiones en las principales ciudades del país. En especial Lima, Callao, Arequipa, Cusco, Chiclayo, Trujillo y otras del interior transformaron su fisonomía al convertirse en incipientes centros industriales a la par que empezaron a albergar obreros en crecientes cantidades. Se trató principalmente de fábricas textiles, metal mecánicas y molinos. Así surgió una pequeña burguesía peruana y, consiguientemente, un obrero industrial de gran gravitación en las luchas sociales de inicios del siglo XX junto a los enormes contingentes de semiobreros de los centros mineros.