Destruido el Imperio romano de Occidente, su lugar fue ocupado por diversas tribus de origen germánico, que habían propiciado la invasión, las cuales terminaron organizándose en reinos, conocidos como reinos germánicos.
Reinos germánicos
Llegado los siglos VI y VII ya no se puede hablar de migraciones de pueblos germánicos. Tres de sus grupos francos, visigodos y ostrogodos se sienten medianamente seguros en Francia, España e Italia pudiéndose organizar de una manera apropiada de acuerdo a su naturaleza. Por ello dichos reinos asimilaron rápidamente el legado cultural romano, aunque mantuvieron parte importante de su propia cultura creando una sociedad bastante original.
Los reinos germánicos desde el siglo V hasta finales del VIII fueron: el Reino Suevo (409-585), el Reino Visigodo de Tolosa (476-507), el Reino Visigodo de Toledo (507-711), el Reino Franco (481-843) y el Reino Ostrogodo (493-553).
Economía de los Reinos germánicos
El fundamento de la riqueza fue la posesión de la tierra, en torno a la cual se desarrollaba principalmente la actividad agrícola, habiendo una especie de continuidad desde la etapa final del Bajo imperio romano.
Destacan sobre todo las grandes propiedades llamadas villas las cuales fueron divididas entre una zona cultivada (ager) y otra sin roturar (saltus) que brindaba recursos de madera, terrenos de pasto, etc. En su conjunto estos terrenos son cultivados por una amplia mano de obra que iban desde los esclavos hasta los campesinos libres, tanto uno como el otro brindan trabajo de tipo servil.
Con relación a las zonas cultivadas si bien su demanda se vio reducida no han desaparecido, en la medida que los terratenientes vieron que era más beneficioso casar esclavos, darles pequeñas parcelas de tierra (mansos), para que puedan trabajarla y hacerse cargo de su familia, lo cual le reducía los gastos de mantenimiento y además podían recibir a cambio trabajo (serna) para explotar las tierras que conservan (reserva).
Con relación a las tierras aradas de la masa de campesinos libres que en el caso de los germanos eran ex guerreros que cuando la tierra adquirió mayor importancia, las zonas de combate se alejaron cada vez más, la guerra se convirtió en una pesada carga que para sobrevivir debían cultivar su tierra, pasando a convertirse en colonos quienes explotaban tierras ajenas a cambio de recibir en usufructo pequeñas propiedades, lo que iría limitando su libertad.
Este mundo rural no estaba totalmente encerrado, los caminos romanos aún se mantenían conservados, enlazando las ciudades las cuales no han desaparecido y mantienen una relativa vitalidad, debido a la demanda de productos de primera necesidad y artículos de lujo, a partir de dos espacios de acción el norte que se extiende por el Mar Báltico y el sur que se proyecta hacia el Mediterráneo.
Organización social
De la inserción de los germanos al mundo romano nació una sociedad original la cual se caracterizaba por su desigualdad. A la cabeza se hallaba la nobleza constituida por una síntesis entre la aristocracia senatorial romana y la militar germánica, constituyéndose en el real poder de los reinos germánicos. Estas élites residían en grandes villas trabajadas por muchos esclavos y colonos donde predominaría la actividad agrícola. Con relación a estos dos grupos cabe señalar que si bien hay un proceso progresivo de sustitución de los esclavos por hombres libres que fueron engrosando las filas del colonato por la degradación económica, la esclavitud no desapareció.
Administración política de los reinos germánicos
Para la organización de los nuevos estados se basaron en tradiciones y costumbres germanas unidas a la compleja estructura romana. Esto provocó la formación de monarquías que fueron inicialmente electivas donde la asamblea de notables (eran de tradición germánica) elegía al sucesor, que podía no ser de la familia reinante. Luego se volvió hereditaria, se repartía entre los hijos, que lo veían como propiedad particular (sentido patrimonial) lo cual ocasionaba guerras y trastornos. El orden sucesorio mediante la división del reino se basaba en una concepción personalista germánica del poder. Si bien se rodearon de funcionarios y consejeros romanos, su fuerza se basaba en el ejército. La autoridad real se fue así consolidando con los siglos.
Organización religiosa
En la concepción romana del universo había cierta imagen naturalista que tenía elementos mágicos, politeístas y panteístas. Los germanos también eran naturalistas, no faltaban dioses en su panteón, pero apenas se podía advertir en ellos la elaboración de una religiosidad profunda. Sobre estas concepciones se superpuso la doctrina cristiana, que fue enseñada pacientemente por acción de misioneros y monjes.
Así surgieron una serie de transacciones que condujeron a resultados muy distintos de los esperados, perpetuando cierta concepción naturalista por debajo de una aparente adhesión cristiana. El signo de esto fue la multitud de supersticiones que la Iglesia creyó necesario combatir y el peligroso culto de las imágenes en el que desembocaba el antiguo politeísmo. Esto se sumaba las herejías que se oponían a la ortodoxia sostenida por el papado: arrianismo, nestorianismo, que en un inicio se inclinaron a profesar los reyes germanos.
La Iglesia tuvo que luchar contra los restos de los cultos paganos aunque nunca logró expulsar los amuletos salvadores, leyendas sobre espíritus, demonios y ángeles, el culto a las reliquias fue muy difundido, junto a la jerarquía del clero secular el monacato fue muy importante.
Con todo la Iglesia triunfaba poco a poco e imponía su doctrina con diversa profundidad en las distintas capas sociales. El monoteísmo se afirmaba lentamente en aquellas mentalidades antaño politeístas desalojando muchas supersticiones. La Iglesia fue junto con la nobleza germano-romana un motor decisivo, el lenguaje eclesiástico creó el lazo de unión con todos estos, aunque no tenía aún el monopolio de la tradición cultural y espiritual.