Hasta el siglo XVI a. C., tanto Egipto como Mesopotamia se habían desarrollado de manera independiente. Sin embargo, desde entonces, las tierras del Creciente Fértil empezaron a ser unificadas bajo la dominación sucesiva de grandes imperios.
¿Qué es el Creciente Fértil?
La zona denominada Creciente Fértil es una región en forma de luna creciente que posee suelos muy fértiles, de ahí su nombre. Incluye a Mesopotamia y el corredor sirio-palestino, aunque, por extensión, también se considera dentro de esta zona al valle del Nilo y el oriente de la península de Anatolia.
Los imperios que se desarrollaron en el Creciente Fértil fueron el Hitita, Asirio y Neobabilónico.
El Imperio hitita
Los hititas fueron la primera civilización en usar el hierro, cuya producción fue guardada en secreto durante su época denominada ‘edad‘. De origen indoeuropeo, los hititas, se asentaron en la península de Anatolia, en la actual Turquía, que fundó su ciudad capital, Hattusa, en el siglo XVIII a.C.
Entre los siglos XV y XII a.C. formaron un poderoso imperio que extendió sus dominios hasta Chipre, Siria y Mesopotamia. La rápida expansión que experimentaban los hititas los llevó a enfrentarse con los faraones del Imperio Nuevo de Egipto, rivalidad que tuvo su punto máximo a inicios del siglo XIII a.C., cuando ambos imperios se enfrentaron en la batalla de Qadesh. Ramsés II dirigió a Egipto y el Imperio hitita era gobernado por Muwatalli II.
Más adelante, el Imperio hitita empezó a debilitarse y desapareció bruscamente durante las invasiones de los pueblos del mar hacia el siglo XII a.C. Al caer el Imperio hitita y dispersarse sus artesanos, su tecnología con el hierro y el metal se difundió por todo el Creciente Fértil.
El Imperio asirio
Los asirios eran un pueblo semita asentado en la parte norte de Mesopotamia, un lugar de suelo poco productivo, seco y rocoso. La necesidad de sobrevivir los empujaron a la conquista de nuevos territorios. A partir del siglo XIV a. C., los asirios empezaron su expansión desde su capital Assur.
Tuvo que llegar el siglo IX a.C. para que los asirios lograran constituir un Estado. En el siglo VIII a.C., organizaron un sistema de recaudación de impuestos y fue fundada una nueva capital, Ninive. Esto les permitió a sus sucesores establecer un extenso imperio que llegó hasta las costas del Asia Menor, Egipto y la meseta de Elam.
El Imperio asirio contaba con un ejército poderoso, que fue el más grande y eficaz de los conocidos hasta ese entonces. Para los monarcas asirios, los territorios conquistados constituían básicamente una fuente de tributos y recursos. Por ello, los sometieron a un régimen de terror y a deportaciones masivas.
La dureza del dominio asirio originó un gran resentimiento en los pueblos conquistados, lo cual sería aprovechado por los babilonios y los medos. El año 612 a. C., Nínive fue destruida, suceso que selló el fin del Imperio asirio.
El Imperio neobabilónico
Tras la caída de los asirios, Nabopolasar, rey de Babilonia, estableció el Imperio neobabilónico. Este fue un periodo de renacimiento para la antigua ciudad de Babilonia, que alcanzó un gran esplendor bajo el reinado de Nabucodonosor II, quien impulsó el desarrollo del comercio, las artes y la edificación de grandes construcciones, como los jardines colgantes de Babilonia, considerados una de las siete maravillas del mundo antiguo.
El Imperio neobabilónico heredó el eficaz sistema asirio de recaudación de tributos y botines de guerra para mantener el ejército y emprender obras públicas. Pero pronto el imperio se debilitó y los persas, liderados por Ciro II, lograron conquistarlo en el año 539 a.C.