La economía del Perú se basa en mayor porcentaje del capitalismo, un modelo económico que alcanzó un formidable desarrollo en los siglos XIX y XX debido fundamentalmente al asombroso crecimiento de la industria, al extraordinario desarrollo del comercio y del crédito bancario, así como a la formación de grandes empresas.
Antes de ahondar sobre la economía del Perú: la dependencia económica y el surgimiento de la industria, repasemos algunos conceptos claves de comprender.
El imperialismo-capitalismo
Se llama imperialismo a la política de dominio territorial, político y económico o cultural de las grandes potencias sobre los pueblos de menor desarrollo.
Causas del imperialismo
Las causas del imperialismo fueron las siguientes:
a) La necesidad de nuevas fuentes de materias primas y de mercados para las potencias industriales.
b) El deseo de las grandes empresas comerciales o bancarias, y de los capitales en distintas regiones para obtener así grandes utilidades.
c) La posibilidad de colocar en las colonias o en territorios más o menos dependientes sus excesos de población.
El capitalismo
La aparición de la gran industria ha dado origen al Capitalismo, es decir a la concentración de capitales (dinero y toda clase de bienes, muebles e inmuebles) con la finalidad de emplearlos en la producción industrial. El Capitalismo persigue, fundamentalmente, la atención de excesivas ganancias a base, principalmente, de la explotación de la clase trabajadora.
Dependencia de la economía del Perú frente a Estados Unidos
El Perú, como la mayoría de las naciones de América, se caracteriza por su subdesarrollo y su dependencia al poder económico extranjero, en especial al de los Estados Unidos.
Clase capitalista de la economía del Perú
Los capitalistas eran industriales unos, comerciantes y banqueros otros. Poseyeron el dinero, que les permitía instalar fábricas, adquirir las materias primas y pagar los salarios a los obreros.
Acapararon el gran comercio y la banca. Realizaron así sucesivas inversiones, de las que obtuvieron intereses o dividendos. Su riqueza se acrecentó de modo rápido en el transcurso de los siglos XIX y XX, hecho que les confirió un gran poder político, pues participaron activamente en las gestiones gubernativas.
El predominio de tendencia económica liberal, preconizadas por la ilustración y la Revolución francesa, favoreció el desarrollo del capitalismo. Los capitalistas practicaron entonces un crudo individualismo y reclamaron:
1) La libertad completa para la industria y la supresión de todas las trabas y reglamentos propios del mercantilismo mantener el orden, evitar el robo y el asesinato.
2) La libertad de comercio y la supresión de todos los monopolios que estorben a la libre competencia.
3) La prohibición de la formación de uniones de trabajadores cada uno de los cuales debía contratar, libremente y por separado, su trabajo con su patrón.
Dependencia de la economía del Perú frente a Europa
El sorprendente y vertiginoso desarrollo de la industria europea y norteamericana, en los siglos XIX y XX, fue el resultado, fundamentalmente, del empleo de los instrumentos. El Perú estuvo sujeto a la industria de Europa por diversos contratos:
a) Se comprometían a terminar el ferrocarril de Chilca a la Oroya y de Juliaca a Santa Rosa; y hacer, además, 160 km de ferrocarriles.
b) A mantener en buen estado los ferrocarriles recibidos y a proceder a su devolución al Estado, al vencimiento del contrato.
Para la explotación de los ferrocarriles los bonistas ingleses crearon entonces, la compañía denominada «The Peruvian Corporation», recientemente desaparecida al pasar los ferrocarriles a poder del Estado.
Desarrollo de la industria peruana
A partir del Estado diseñado por los civilistas, un nuevo camino se abría para las actividades del capital foráneo. La idea era aprovechar al máximo las oportunidades que ofrecía el mercado mundial. Esta vez, la agricultura asumió el papel dinámico que el guano había ejercido antes. De este modo, dentro de la economía del Perú los hacendados se transformaron en la clase dominante hasta 1919.
En 1896, a iniciativa de un grupo de ellos, se fundó la Sociedad Nacional de Agricultura.Con esta medida se quiso orientar al Estado a favor del desarrollo agrícola y canalizar las demandas de los hacendados. Un buen ejemplo de esta política fueron las gigantescas plantaciones azucareras del valle de Chicama (La Libertad), que terminaron concentrando la tierra en pocas manos.
Las haciendas de los plantadores nacionales fueron absorbidas dentro de tres grandes empresas agrícolas: Casagrande (de la familia Gildemeister), Roma (de los Larco) y Cartavio (de la Casa Grace). Sus propietarios simbolizaban la nueva era marcada por la Inyección del capital extranjero y el trabajo de los migrantes andinos «enganchados» que formaron el proletariado agrícola. La coyuntura internacional favorecía además las exportaciones, especialmente durante los años de la primera guerra mundial. El mapa azucarero se completaba con Lambayeque. Las dos familias más importantes de la región eran los Pardo (en Tumán) y los Aspíllaga (en Cayaltí).
A inicios del siglo veinte, la industria azucarera entró en crisis por causa de la sobreproducción mundial y la baja de su precio en el mercado. Esto originó un ciclo de bancarrotas entre pequeños y medianos productores y la consolidación de las grandes plantaciones que pudieron defenderse mejor. Cerca de cinco mil familias debieron vender sus tierras, que terminaron absorbidas por las grandes plantaciones.
La exportación del algodón siguió en importancia a la del azúcar. Las zonas de mayor producción fueron Piura, Ica y los valles del norte de Lima. Su cultivo cubría en 1905 cerca de 20 mil hectáreas, daba ocupación a 16 mil personas y su rendimiento anual no bajaba de 400 mil libras peruanas. Pero, los cultivos estaban expuestos a la enfermedad de Wilt hasta que en 1908, Fermín Tangüis halló una planta resistente a la plaga que luego se hizo famosa en el mundo por su gran calidad. De este modo con esta variedad aumentó la producción y al finalizar el siglo diecinueve, llegaban a las 6 mil toneladas; antes de la primera guerra mundial estas llegaron a más de 20 mil y hacia 1923 casi se duplicaron.
También se consideró la exportación de lana (tanto de ovinos como de camélidos) a través de casas comerciales establecidas en Arequipa. Este sector exportador era el menos importante y representó sólo el 10% de los ingresos por exportación entre 1890 y 1920. Pero, en el área de la sierra sur éste fue el principal sector productivo hasta el descubrimiento de las minas de Toquepala (en 1960).
La minería tuvo un marco legal adecuado y en 1890 se le exoneró por 25 años de todo gravamen e impuestos, con excepción de la contribución de minas instaurada en 1877.
También se liberó de derechos aduaneros la importación de maquinarias, útiles, herramientas y otros. En 1892, el ferrocarril central llegó hasta Casapalca y al año siguiente a La Oroya; en 1904 hasta Cerro de Pasco y en 1920 hasta Huancayo y Huancavelica. En 1901 empezó a regir el nuevo código de minería que garantizó la sorprendente inversión del capital privado. Estos capitales provenían de los propios mineros exitosos y el resto de los hacendados y comerciantes limeños. En la sierra central se instaló la Cerro de Paco Mining Corporation con la explotación de cobre.
La explotación del caucho significó el auge de Iquitos. La demanda europea y norteamericana impulsó su extracción, que trajo importantes beneficios al tesoro público entre 1882 y 1912, se generó así un nuevo mito de El Dorado. Para los aborígenes amazónicos, en cambio, representó la quiebra de un mundo material y metal. La explotación también fue un importante, aunque violento, paso en la ocupación nacional del espacio amazónico. En este sentido, se exploró la amazonia y se reanudaron importantes estudios geográficos.
El apogeo cauchero hizo destacar a numerosos personajes que trabajaron en su explotación como los casi míticos Fermín Fitzcarrald o Julio Arana. Como toda industria extractiva, no considerada útil, la conformaron grupos económicos de inversión siguiendo el efecto demostrador recibido de las compañías extranjeras. Esto permitió que las técnicas empresariales de los extranjeros influyeran sobre los miembros de la cúpula social. Igualmente, muchos peruanos estudiaron métodos empresariales británicos, franceses y norteamericanos en el exterior o fueron empleados por compañías extranjeras que operaban en el país.
En este sentido, queda claro que la clase alta fomentó el desarrollo económico nacional y promovió un proceso de industrialización autónomo.
En 1896 se creó la Sociedad Nacional de Industrias y el Instituto Técnico e Industrial del Perú para servir al gobierno como órgano consultivo y al público, como centro de información en técnicas industriales. La rama textil fue la que alcanzó mayor desarrollo, especialmente la manufactura algodonera.
El sistema bancario, por su parte, fue creciendo. El Banco Italiano (hoy Banco de Crédito) se inició en 1889 como una asociación de comerciantes italianos. En 1897 el Banco de Londres, México y Sudamérica se asoció al Banco del Callao, lo que dio origen al Banco del Perú y Londres, que financiaba exportaciones agroazucareras del norte de Lima. En 1899, la familia Prado fundó el Banco Popular como mecanismo para financiar las actividades empresariales del grupo familiar. Sin embargo, el capital bancario más importante era movido por el Banco del Perú y Londres y el Banco Italiano, cada uno colocaba alrededor de un millón de libras peruanas.