El 20 de octubre de 1883 se firmó el Tratado de Ancón entre Perú y Chile. Mediante este tratado Perú perdía para siempre la provincia litoral de Tarapacá y quedaban bajo tutela del país sureño las provincias de Tacna y Arica que tras un plebiscito debían decidir su suerte (tras 10 años de cautiverio).
Causas del Tratado de Ancón
La firma del Tratado de Ancón tuvo como punto de partida el pronunciamiento en favor de la paz del general Miguel Iglesias, conocido como el «Grito de Montán», el 31 de agosto de 1882. Iglesias convocó a una asamblea legislativa en Cajamarca.
Esa asamblea eligió a Iglesias como Presidente Regenerador y lo facultó para firmar la paz con los chilenos. Los chilenos, por supuesto, reconocieron inmediatamente a Iglesias como presidente del Perú. El tratado restableció las relaciones de paz entre el Perú y Chile.
¿Qué estipulaba el Tratado de Ancón?
El Perú cedió a perpetuidad el territorio de Tarapacá. Las provincias de Tacna y Tarapacá quedaban en posesión chilena durante 10 años, al término de los cuales un plebiscito decidiría si quedaban en poder de Chile o retornaban al Perú. El país al cual quedasen anexadas dichas provincias pagaría al otro 10 millones de pesos chilenos o soles peruanos.
El tratado estipulaba que se repartirían en partes iguales el Perú y Chile las utilidades de la venta de un millón de toneladas de guano efectuada por Chile durante la guerra. Además, el Perú debía indemnizar pecuniariamente a los chilenos que se hubiesen perjudicado al invadir nuestro país, de acuerdo con lo que dictaminara un tribunal arbitral o comisión mixta internacional.
Consecuencias del Tratado de Ancón
A los 10 años del tratado, los chilenos no realizaron el plebiscito sobre Tacna y Arica, pues sabían que esas provincias iban a decidirse por volver a la patria. El Perú, sumido en luchas intestinas, no fue capaz de reclamar su devolución, así como la anulación del tratado por incumplimiento y, por ende, la devolución de Tarapacá y otros puntos del tratado. Más bien, en 1929 la dictadura de Leguía (que ya había regalado territorio peruano a vecinos) aceptó el Tratado de Lima que cedió Arica a Chile «a cambio» de Tacna. Los chilenos hasta la actualidad han incumplido con diversos puntos de este último tratado.
Inicio del segundo militarismo
Andrés Avelino Cáceres no reconocía ni la autoridad de Iglesias ni los términos del tratado firmado con Chile. Se iniciaba así el segundo militarismo y la lenta reconstrucción del Perú a manos, nuevamente, de militares y caudillos.