En la cúspide de la política persa estaba el gran rey. El más conocido y fundador del imperio fue Cirro II, quién se caracterizó por ser un jefe militar de personalidad carismática que buscó la unidad moral.
Sociedad persa
La sociedad persa se caracterizó por ser jerárquica. Se organizó de la siguiente manera:
- Gran rey
- Nobleza
- Sátrapas
- Guerreros
- Campesino
- Esclavos.
En la cúspide del Estado se encontraba el gran rey, quien tenía poder absoluto sobre sus súbditos. A dfierencia del faraón egipcio, al rey persa no se le consideraba un Dios sino el elegido o regente del dios persa Ahuramazda.
Todos los súbditos eran sirvientes del rey y éste era la fuente de toda justicia pues poseía el poder de vida y muerte sobre todos. Algo peculiar de los reyes persas es que estos estaban aislados y no se tenía acceso a ellos. Residían en una serie de espléndidos palacios.
La sociedad persa hizo uso efectivo de la caballería, especialmente usándola para destruir líneas de comunicación enemigas. La marina persa estaba formada por barcos de Estados vasallos incluidos fenicios, egipcios, anatolios, y griegos jónicos.
Política persa
Para gobernar un territorio tan extenso, el Imperio persa desarrolló una política basada en la burocracia.
La monarquía persa estableció, además, una serie de políticas que facilitaron la administración del imperio:
La tolerancia religiosa y cultural: Los persas respetaron la cultura de los pueblos conquistados.
Un eficiente sistema vial: Los numerosos caminos facilitaban la comunicación entre los funcionarios.
La difusión de la moneda: El dárico de oro, la moneda oficial, unificó la economía del imperio.
Administración del Imperio persa
Para facilitar la administración del Imperio persa, el rey Darío lo dividió en provincias o satrapías. El gobernador de cada satrapía (el sátrapa) era elegido entre los miembros de la familia del monarca o de la nobleza meda o persa.
Eficacia de la política persa
Los persas tuvieron mucho cuidado de que los sátrapas tuvieran un excesivo poder, para evitarlo los funcionarios gobernaban junto a un jefe militar y un secretario real.
A su vez, todos ellos eran controlados por los inspectores reales, «los ojos y oídos del rey», quienes recorrían periódicamente el imperio.
Un inmenso ejército velaba por la obediencia y la integridad del territorio. Dentro del ejército existía un cuerpo escogido y selecto de 10000 hombres llamados los Inmortales, que formaban la guardia real.