Augusto Leguía tuvo un paso por los Estados Unidos y finalmente a Inglaterra, donde vivió hasta 1918. En Londres desempeñó el cargo de presidente de la Cámara Latinoamericana de Cambio y Comercio. Lanzó su candidatura para las elecciones de 1919, ganó y posteriormente dio un golpe de estado, el cual se convirtió en el famoso «Oncenio de Leguía» que duro desde 1919 hasta 1930.
Antecedentes del oncenio de Leguía
En 1913, Augusto Bernardino Leguía fue desterrado a Panamá por el gobierno de Billinghurst, tras el golpe de estado encabezado por Orscar. R. Benavides, Leguía regresó convertido en el representante más importante de los intereses norteamericanos y con la idea de lograr la definitiva transformación capitalista del Perú. Ello conllevó al desplazamiento total del civilismo de las instancias más altas del poder político (hacia tiempo que Leguía se había aparto de civilismo).
Política del oncenio de Leguía
El Estado con Leguía consiguió llegar a ser la expresión más clara de la burguesía exportadora. Triunfante en las elecciones nacionales de julio de 1919, y con el pretexto de que el proceso electoral sea anulado, Leguía dio un golpe de Estado y deportó a Europa al presidente José Pardo y Barreda. Seguidamente como presidente provisorio disolvió el Congreso, convocó un plebiscito para reformar la Constitución y también llamó a las elecciones para elegir un nuevo Congreso. El nuevo parlamente proclamó a Leguía como presidente constitucional.
Reforma constitucional de Leguía
Las innovaciones principales de la flamante Constitución fueron elevar el periodo presidencial de 4 a 5 años y crear los consejos regionales (del Centro, del Norte y del Sur) eliminando a las Juntas Departamentales.
No conforme con haber dado una nueva Carta Magna a su medida, dictador le guía modificó artículos de la Constitución para lograr la reelección presidencial. Durante el Oncenio de Leguía se suscribieron dos tratados limítrofes. Uno con Colombia el 24 de marzo de 1922, por el que se obsequió el «trapecio amazónico» o de Leticia. El otro fue con Chile el 3 de junio de 1929 y el regalo consistió en la provincia de Arica.
Violación a los derechos
Sin embargo, el nuevo régimen bautizado «Patria Nueva» no tardó en ignorar los derechos ciudadanos que la nueva Constitución garantizaba. Reconoció la existencia legal de las comunidades campesinas. Acabo prácticamente con la libertad de prensa y con las municipalidades elegidas por voto popular, convirtiéndolas en apéndices del gobierno.
Asimismo, Augusto B. Leguía inició una política de persecución a sus opositores políticos y reprimió violentamente las manifestaciones de protesta.
Economía del Oncenio de Leguía
El desplazamiento de Inglaterra por los Estados Unidos del control de la economía nacional se inició a fines del siglo XIX y se definió claramente en el papel de las finanzas norteamericanas en la Primera Guerra Mundial. El continuo desarrollo de la técnica, el descubrimiento de nuevas materias primas y nuevos procesos industriales hicieron que las formas capitalistas y el intercambio comercial entre los países variaran significativamente. Durante el Oncenio de Leguía el capital se internacionalizó y se formaron las grandes corporaciones e instituciones financieras en los países industrializados.
Los enclaves
Luego de la Guerra del Pacífico, en el Perú se establecieron los primeros «enclaves». Es decir, lugares de inversión intensiva de grandes capitales, trabajo asalariado, uso de la tecnología y producción especializada para el comercio externo. Estos enclaves eran unidades económicas subsidiarias de grandes empresas.
Empresas extranjeras y nacionales durante el Oncenio
El proceso de enclave durante el Oncenio de Leguía participaron muy activamente las empresas inglesas. Una excepción fue «Cartavio», adquirida por la firma norteamericana Grace Hnos., en 1882. Diversos acontecimientos mundiales (guerra de independencia de Cuba de 1898, la Primera Guerra Mundial y la apertura del Canal de Panamá) favorecieron el creciente flujo de inversiones norteamericanas en nuestro país.
Estas inversiones se concentraron principalmente en el sector minero. Algunas de estas corporaciones norteamericanas fueron la Cerro de Pasco Copper Corporation, la International Petroleum Company (IPC), la Mining and Smelting Company y la Anaconda (se le adjudicaron los yacimientos de Cerro Verde). Otras empresas norteamericanas invirtieron en otros sectores económicos. Entre ellas, la W.R. Grace and Co (textil) la Wessel Duval and Co la Pan American-Grace Airways, la Ali American Cables (comercio y comunicaciones), la Fred T. Ley and Co. y la Foundation Co. (construcción), la J. W. Seligman and Co., y la National City Co. (Finanzas).
Dependencia del Perú a los Estados Unidos
El cambio se puede observar también en el sector publico. Las inversiones norteamericanas se dieron a través de los prestamos efectuados especialmente en el gobierno de Augusto B. Leguía (1919-1930). Con esta política de endeudamiento se incrementó nuestra dependencia. Así, en 1919 el gasto público ascendía de 6 600 000 libras peruanas y en 1928 se incremento a 25 700 000 libras peruanas.
La deuda externa creció de manera excesiva. Los créditos se utilizaron principalmente en servicio del Estado, en obras públicas (modernización de la capital: Parques, monumentos, pavimentaciones, etc.), obras de desagüe de Lima y la construcción del terminal marítimo del Callao.
Nuevas ideologías: El APRA y el SOCIALISMO
Tras la declinación del anarcosindicalismo irrumpieron en la escena dos corrientes ideológicas que han de tener protagonismo en las contiendas sociales de los sectores medios, campesinos y obreros a lo largo del siglo XX. Estas dos corrientes fueron el aprismo y el Socialismo. Sus fundadores y principales impulsores fueron, respectivamente, Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui.
El debate entre Haya de la Torre y Mariátegui originó el surgimiento de dos líneas políticas diferenciadas -> Haya de la Torre y Mariátegui: Ideología del APRA y el Partido Socialista
Crisis económica de 1929
Aquel «jueves negro de Wall Street» de octubre de 1929 fue el inicio de la crisis más profunda que había sufrido hasta ese momento el capitalismo a nivel mundial. Los 16 millones de títulos expuestos en la bolsa de New York a precios muy bajos no encontraron comprador. El pánico financiero cundió y se extendió por todo el mundo. La crisis del 29 afectó gravemente a la agroexportación, que sintió profundamente el remezón y trató de orientarse a una economía de sustitución de importaciones.
El Oncenio de Leguía vio restringidas severamente las posibilidades de obtener créditos e ingresos del Estado. Muchas empresas dedicadas al comercio exterior tuvieron que paralizar sus actividades. La desocupación aumentó bruscamente y consecuentemente también se incrementaron los conflictos laborales cotidianos.
Fin del Oncenio de Leguía
Un país como el Perú, cuya economía dependía de los precios de los productos que exportaba, sufrió con mayor razón por efecto de esta crisis. La economía peruana no tenía ni la más mínima posibilidad de influir sobre los precios de sus exportaciones. Al final de cuentas, exportaba productos que los compradores podían obtener en muchísimos otros países. Los determinaba, entonces, el propio comprador.
La crisis hizo caer a niveles increíblemente bajos los precios de las materias primas: cobre cae 69%, lana 50%, algodón 42%, azúcar 22%. Los países industrializados quisieron salir de la crisis a costa de la economía de los países dependientes. La crisis fue también política. Leguía fue derrocado por Sánchez Cerro en 1930.