Las consecuencias de la Segunda Revolución Industrial transformaron de manera radical las sociedades del siglo XIX, estableciendo las bases para el progreso económico y social del siglo XX, al mismo tiempo que generó problemas que seguirían impactando a las generaciones futuras.
Consecuencias de la Segunda Revolución Industrial
La adopción de métodos de producción en masa fue una de las principales consecuencias, ya que disminuyó los costos de fabricación y amplió la oferta de productos, lo que permitió que fueran más accesibles para el público en general.
Consecuencias económicas:
Debido al desarrollo de la gran empresa capitalista se produjo la fusión del capital industrial con el financiero, posibilitando la emergencia de la tercera fase del capitalismo la del tipo financiero que desembocó en la concentración de las actividades a través de los monopolios internacionalizando su accionar.
Impulsó la aparición de los Imperios coloniales debido a la necesidad cada vez mayor de las potencias industriales de conseguir nuevos mercados, obtener materias primas y explotar mano de obra barata.
Impulsó el comercio a un nivel mundial debido a la producción a gran escala y a los nuevos medios de transporte. Esto permitió la organización de bolsas y cámaras de comercio para regular el mercado de productos y valores, se crearon métodos de venta a plazos, agentes, publicidad, exposiciones internacionales de exhibición de productos.
Consecuencias sociales:
Las nuevas formas de organización del trabajo como el taylorismo produjeron una mecanización extrema del trabajo haciéndolo repetitivo, lo cual provocó finalmente rechazo entre los trabajadores a pesar que los sueldos aparentemente se hablan incrementado, ello debido a que las condiciones laborales seguían siendo duras.
Provocó un impulso para la formación de nuevas organizaciones obreras como los sindicatos, incluso llegó a internacionalizarse el movimiento obrero llegándose a formar la Primera Asociación Internacional de los Trabajadores apoyada por Marx y Engels en 1864. Esta lucha por mejorar el nivel de vida de los trabajadores también estuvo apoyada por partidos políticos de diversas tendencias, aunque sus ambiciones eran mayores ya que en algunos casos buscaban la toma del poder y la transformación de la sociedad mediante el control del Estado.
Mejoraron en parte las condiciones de vida de los trabajadores de las potencias industriales, en la medida que al bajar los costos de producción e incrementar los beneficios pudo cederse ciertos derechos laborales como seguros obreros, disminución de la jornada laboral y aumento salarial.
Consecuencias políticas:
Impulsa un nuevo reparto territorial del mundo entre las grandes potencias capitalistas, el cual no estuvo excepto de tensiones. Esto se agudizó debido a la formación de nuevas potencias industriales como fue el caso de EE.UU y Alemania y en menor medida de las que aparecieron más tardíamente como ocurrió con Rusia y Japón. La expansión del capital aparece como una especie de política de Estado la que debe ser incentivada para extender el desarrollo económico de los países imperialistas.
Consecuencias Ideológicas:
Surgen nuevas ideologías vinculadas principalmente el desarrollo del movimiento obrero como fue el caso del socialismo y el anarquismo que si bien tienen marcadas diferencias coinciden en criticar duramente al capitalismo. A estas habría que sumarle la fuerza que fue adquiriendo el sindicalismo para encauzar la lucha obrera.
