Durante la primera mitad del siglo XX, varios regímenes totalitarios surgieron en Europa, consolidando el poder mediante el control absoluto del estado y la supresión de la oposición. Los principales fueron el fascismo en Italia, el Comunismo en la Unión Soviética, el Franquismo en España.
Regímenes totalitarios de Europa
En el terreno político la crisis económica acontecida entre 1929 y 1938 significó el cuestionamiento de la democracia representativa incapaz de prever una catástrofe de semejante magnitud, y que en los primeros años de la crisis se mostró ineficaz para diseñar y llevar adelante medidas que solucionaran el problema que no era sólo económico, sino también social.
Ante esta crisis de la democracia algunos países europeos reaccionaron adoptando un modelo político de carácter autoritario que subordinaba individualismo y libertad a la omnipotenia del poder estatal, en la creencia de que sólo un estado de este tipo sería capaz de solucionar los problemas inmediatos. Los más importantes de estos países fueron Italia y Alemania.
Italia: Fascismo
En Italia, el autoritarismo va a asumir formas totalitarias cuando haga su aparición el fascismo, que constituye la versión conservadora del estado totalitario, doctrina que surge en Europa, como reacción contra la marea ascendente de los socialistas. Sus características fueron:
Omnipotencia del Estado. Pues los individuos están totalmente subordinados a él. Protagonismo de las «élites». Pues sólo gobierna una minoría.
Exaltación del jefe carismático. En este caso Benito Mussolini, llamado » El Duce». Imperialismo. Pues una gran nación encuentra su verdadero objetivo en la formación de un imperio.
Desconfianza en la razón. Pues se exaltan los elementos irracionales de la conducta, los sentimientos intensos, el fanatismo.
Alemania: Nazismo
El nazismo es la versión alemana del fascismo. Se instaló en el Estado alemán en 1933 cuando su caudillo Adolf Hitler toma el poder. Sus características son las mismas que las del fascismo italiano, a las cuales podemos agregar otras más puntuales y específicas:
Pangermanismo, es decir una ultra exaltación de la nacionalidad alemana que exige la expansión territorial de la nación.
Antijudaísmo, o sea, el odio a los judíos como corruptores de la pureza cultural y biológica de los germanos.
Racismo, que significó el traslado de las tesis darwinistas -acerca de la lucha por le existencia- desde el ámbito de la naturaleza al de la sociedad.
Revanchismo, es decir, la revancha por las cláusulas del tratado de Versalles que son consideradas vejatorias por los alemanes.
Muchas de las confusas ideas del nazismo están registradas en la obra cumbre de esta doctrina, escrita por su líder Adolf Hitler y titulada Mein Kampf (Mi lucha).