En las últimas décadas, el concepto de lo que es y lo que no es traumatizante ha sido revisado y modificado. La definición se ha ampliado desde sus raíces originales y ahora se comprende mejor qué constituye y qué no constituye una experiencia traumática, de forma más amplia y definida que antes.
¿Qué significa tener un trauma?
La imagen común del trauma y las experiencias traumáticas suele abarcar los extremos negativos de la vida. La violación, el abuso infantil, la guerra, la destrucción masiva y los desastres naturales se consideran causas del trauma. Son causas válidas, sin duda, pero no son las únicas. Sin duda, son las que han proyectado la mayor sombra sobre la conciencia popular colectiva, y cosas como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) se están volviendo cada vez más conocidas.
Las imágenes de los veteranos de la guerra de Vietnam que aún no pueden adaptarse a la vida civil después de tanto tiempo también se llevan a casa cosas del evento como un triste recordatorio. Sin embargo, la gente todavía no es consciente de otra pieza del rompecabezas, una que tiene consecuencias potencialmente más profundas para los traumatizados que el TEPT.
«Shock de guerra»
Originalmente, el tipo de cosas que abarcaba el trauma tenían un alcance limitado. Originalmente, solo abarcaba a los hombres que habían sobrevivido a los horrores de la guerra y que habían sufrido cicatrices permanentes en su salud mental. En algunos círculos, esto se conocía como «shock de guerra», en honor a los proyectiles de artillería que se usaban con frecuencia para bombardear las posiciones de infantería. Más tarde, se convirtió en uno de los ejemplos fundamentales del TEPT.
En los años 60, la definición de trauma emocional y psicológico se amplió para incluir a las mujeres que habían sido maltratadas, abusadas o violadas. Este aspecto llegó a incluir también a los niños, que tenían las mismas probabilidades de recibir abusos y malos tratos que las mujeres, y a menudo tenían menos probabilidades de luchar eficazmente. En los años 90, la década en la que se realizó tanta investigación sobre la neurología y el cerebro, el término «trauma psicológico» llegó a cubrir un rango aún más amplio.
¿Cómo se originan los traumas?
Las investigaciones indican que el trauma puede manifestarse en una persona incluso si no ha sufrido circunstancias extremas. Incluso algo tan relativamente mundano como ser rechazado por alguien o estar involucrado en un accidente automovilístico puede ser traumatizante para el marco psicológico adecuado. Anteriormente, solo se podía reconocer a las personas como traumatizadas si había daño físico involucrado o un gran riesgo de daño físico. Según la definición actual, no es necesario que haya daño físico y, en varios casos documentados, las probabilidades de verse afectado físicamente por el evento traumático son estadísticamente mínimas.
Se ha descubierto que los eventos en sí no son los puntos críticos, sino la forma en que el individuo los percibe. Esto explicaría por qué no todos los veteranos de guerra sufrieron TEPT y por qué solo un pequeño porcentaje regresó con daños irreparables en su psique. Los estudios también han demostrado que las experiencias traumáticas tienden a tener ciertos factores en común entre ellas. El principal de estos factores es la naturaleza inesperada del evento. Otro factor es la falta de preparación para enfrentar el evento, lo cual es de esperar debido a la naturaleza impredecible del mismo. Por último, debería haber una sensación de pérdida de control sobre lo que sucede.
Algunas personas han afirmado que es difícil distinguir el estrés de un trauma emocional o psicológico. Los síntomas son muy similares, incluso para los expertos en los campos de la psicología y la psiquiatría. La mejor manera de diferenciar entre ambos sería observar los detalles del resultado. La mayoría de las personas que simplemente están estresadas son capaces de hablar sobre el problema y recuperarse de los desencadenantes más rápidamente, mientras que las personas traumatizadas no pueden hacerlo.