El bienestar abarca dimensiones tanto físicas como emocionales, y su promoción requiere un enfoque holístico que incluya la prevención de hábitos nocivos.
¿Qué significar vivir en bienestar?
El concepto de bienestar va más allá de la mera salud física; también abarca la dimensión emocional, la cual es considerada por muchos como igual o incluso más importante que la salud física. Un estado de bienestar integral puede conducir a un sentimiento profundo de felicidad y satisfacción personal.
La relación entre felicidad y virtud fue planteada por Aristóteles, quien argumentó que la felicidad es un estado que se alcanza mediante la práctica del «justo medio». Esto significa actuar de manera equilibrada, evitando los extremos y tomando decisiones que fomenten la armonía en la vida diaria. Según Aristóteles, vivir de esta manera no solo contribuye a la felicidad, sino que también está estrechamente relacionado con la virtud y la ética en nuestras acciones.
Un estudio latinoamericano sobre salud emocional, bienestar y felicidad resalta la importancia de la conexión entre estos elementos. Al promover una vida equilibrada, se fomenta un entorno donde las personas pueden experimentar emociones positivas y, en consecuencia, un mayor bienestar general.
Diferencias entre bienestar y salud
La salud se refiere a un estado físico y mental en el que una persona no tiene enfermedades ni condiciones médicas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones. Mientras que, el bienestar es un concepto más amplio que abarca no solo la salud física y mental, sino también la calidad de vida, el bienestar emocional, la satisfacción personal y la realización en diversas áreas de la vida. Implica un sentido de equilibrio y felicidad.
Importancia de la prevención
El bienestar y la prevención están intrínsecamente ligados. En la actualidad, se enfatiza la importancia de evitar hábitos que pueden perjudicar nuestra salud, como el consumo de comida rápida, el tabaquismo, la falta de ejercicio y el abuso de alcohol. Estos comportamientos no solo afectan la salud física, sino que también pueden impactar negativamente en el estado emocional de las personas.
Promover un estilo de vida saludable implica educar sobre las consecuencias de estos hábitos dañinos y alentar a las personas a adoptar alternativas más saludables. Por ejemplo, optar por una dieta equilibrada, realizar actividad física regular y buscar apoyo emocional puede conducir a una vida más plena y satisfactoria. La prevención, en este contexto, se convierte en una herramienta esencial para alcanzar un estado de bienestar sostenible y duradero.