CONOCEMOS MÁS SOBRE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EL MANEJO DE LA IRA
Como guía emocional de tu familia, tu tarea es conocer, comprender y reflexionar sobre las emociones para poder manejarlas adecuadamente. Teniendo en cuenta la importancia del reconocimiento de nuestras emociones para nuestro desarrollo personal y la construcción de una convivencia armoniosa, democrática, justa y equitativa, analizarás las tres capacidades básicas para establecer relaciones saludables y responsables.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Si detectamos y clarificamos qué esperamos de los demás, podemos hablarlo, pedirlo o reflexionar al respecto. La incapacidad o dificultad para regular, de forma apropiada, emociones como la ira puede conducirnos a la violencia. Por lo tanto, la violencia es también producto de no conocer, no
comprender ni saber manejar emociones como la ira: de dónde vienen, qué sentimientos forman y qué consecuencias generan en nosotros y en otras personas.
La habilidad que permite identificar emociones, evaluarlas, regularlas y utilizarlas se le denomina “inteligencia emocional”. Es una habilidad que va más allá de los rasgos de personalidad de una persona; más bien, depende mucho de la calidad de las interacciones de uno mismo con grupos cercanos y significativos de personas. Comprender por qué actuamos con violencia implica comprender cómo se activa esta en nuestras relaciones sociales: en la familia, en la comunidad, en la escuela. Por ello, la inteligencia emocional es una parte de la inteligencia social.
A continuación, te presentamos tres capacidades básicas para establecer relaciones saludables y responsables.
Autoconocimiento:
Tomar conciencia de las propias emociones y de las emociones de los demás.
Poner nombre a las emociones que sentimos (enojo, tristeza, etc.).
Autorregulación:
Manejar las emociones y responder de manera adecuada a través del diálogo interno, la respiración, la relajación y estrategias para la regulación de sentimientos e impulsos (detenerme un momento antes de actuar).
Autonomía:
Capacidad para analizar críticamente las normas sociales, buscar ayuda y recursos, tener confianza en nosotros mismos, tener autoestima, pensar positivamente, automotivarnos, tomar decisiones de manera adecuada y responsabilizarnos de forma relajada y tranquila.
Estas capacidades te ayudan a tomar conciencia de tu propia responsabilidad para controlarte. Todo ello, contribuye a la prevención de comportamientos violentos y al desarrollo de competencias emocionales, de regulación de la ira; y, en último término, es un facilitador de la convivencia.