La acupuntura es una forma ancestral de tratamiento para aliviar el dolor que mejora el flujo de energía por todo el cuerpo. Si bien los científicos occidentales sospechan que la acupuntura puede estimular la liberación de sustancias químicas para aliviar el dolor o incluso estimular las capacidades curativas naturales del cuerpo, la fe del paciente en la acupuntura desempeña un papel muy importante para que el procedimiento sea un éxito.
¿Qué es la acupuntura?
La visión de agujas que atraviesan la piel en áreas específicas del cuerpo puede parecer dolorosa, pero la acupuntura es en realidad una forma ancestral de tratamiento para aliviar el dolor que mejora el flujo de energía por todo el cuerpo.
La acupuntura se originó en China hace miles de años y todavía se practica hasta ahora. Los Institutos Nacionales de Salud han patrocinado varios estudios sobre los efectos de la acupuntura como tratamiento para aliviar el dolor en afecciones como la artritis y otras dolencias que producen dolor crónico. Aunque los científicos occidentales sospechan que la acupuntura puede estimular la liberación de sustancias químicas para aliviar el dolor o estimular las capacidades curativas naturales del cuerpo, la fe o creencia del paciente en la acupuntura es un factor importante en el éxito del procedimiento.
La acupuntura puede funcionar para cualquiera. Sin embargo, funcionará para las personas que creen en ella. Muchos tratamientos para aliviar el dolor son eficaces porque el paciente cree en ellos. Las personas que no creen que van a mejorar tienen menos probabilidades de superarlo.
Beneficios y riesgos
Sin embargo, dado que el procedimiento implica riesgos inherentes al uso de agujas, existen algunas afecciones en las que no se recomienda la acupuntura, como las personas con trastornos hemorrágicos y las personas que toman medicamentos anticoagulantes. También existe un alto riesgo de propagación de enfermedades infecciosas, perforación accidental de órganos, hemorragias leves y agujas rotas u olvidadas.
Las personas interpretan las sensaciones nocivas y determinan lo molestas que son realmente con la ayuda del cerebro. Varios factores pueden afectar la forma en que las personas perciben las sensaciones, lo que deciden hacer al respecto y cómo interactúan con su entorno.
Un factor psicológico que puede intensificar la percepción del dolor es el estrés. Los músculos tienden a tensarse y pueden afectar a los tejidos que ya están sensibles. Emocionalmente, la presión puede amplificar la percepción del dolor. Las personas angustiadas pueden interpretar las situaciones como más difíciles y pueden llevarlas a evitar ciertos tipos de actividades por miedo a que empeoren su dolor.
Un cambio en la fuente de estrés puede ayudar a aliviar la presión. En el caso de que su cónyuge le regañe con frecuencia, intente encontrar una manera de sentarse y hablar del problema con una comunicación abierta. Si no es posible cambiar la fuente de tensión, considere una distracción sana y positiva, como ver una película, escuchar música o pasar tiempo con amigos. Las actividades placenteras pueden desviar temporalmente la atención del dolor.
La relajación es otro tratamiento para aliviar el dolor. Se ha demostrado que la meditación, el yoga, las técnicas de respiración profunda, la relajación muscular progresiva, los masajes, el taichí y la visualización son tratamientos eficaces para aliviar el dolor.
Participar en grupos de apoyo o recibir asesoramiento individual también ayuda a afrontar el estrés o las dolencias. Sin embargo, si bien hay pruebas suficientes que demuestran que las personas que se unen a grupos de apoyo experimentan mejoras espectaculares en su bienestar físico y emocional, las personas que no hablan abiertamente de sus problemas pueden no beneficiarse de este tipo de estrategia de gestión del estrés. Cada persona aplica una técnica diferente.