El despotismo ilustrado es la tendencia de algunos reyes absolutos de Europa a gobernar en beneficio del pueblo, elevando su condición social y económica mediante reformas desde arriba, se caracteriza por la difusión de la cultura, el fomento del trabajo y desarrollo de todas las fuentes de riqueza. Sin embargo, el pueblo estaba excluido de la participación del gobierno.
¿Qué es el despotismo ilustrado?
Fue la nueva forma de gobierno asumida por algunos reyes absolutistas ante el temor de una revolución por el avance de la Ilustración, consistente en hacer reformas buscando el bienestar de sus súbditos, basadas en los aspectos mas moderados de la Ilustración, es decir sin tomar sobre todo el aspecto concerniente a la critica del absolutismo, debido a ello el Rey debía erigirse como el gobernante que estaba al servicio de su pueblo.
Características
Las reformas buscaron modernizar el Estado y fortalecer la autoridad del Rey, siendo de carácter educativas, judiciales, culturales, económicas, políticas y religiosas.
En síntesis, el despotismo ilustrado fue un intento por conciliar el absolutismo con las ideas de progreso de la Ilustración, donde los monarcas tomaron parcialmente las ideas de las Luces pero sin renunciar a su absolutismo. Lo cual quiere decir que fue un proyecto de modernización vertical autoritario, donde el pueblo era simbólicamente el hijo del monarca y el monarca el padre que tenia que velar por su bienestar, negándole su participación en las decisiones de gobierno. La siguiente frase sintetiza muy bien dicho proyecto: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
Representantes
Los representantes del despotismo ilustrado son: Carlos III (España), José I (Portugal), Catalina II (Rusia)., María Teresa y José II (Austria), Federico II (Prusia).
Guerras y diplomacia
A pesar de la difusión cultural, estos monarcas ilustrados se enfrascaron en diversas guerras. La más importante fue la desmembración de Polonia. Habitada por diversos pueblos de diferentes razas, lenguas y religiones, esta tenía un gobierno débil.
Así es que a partir de 1772, sus vecinos, Austria, Rusia y Prusia, procedieron en tres oportunidades (1772, 1793, 1795) a repartirse los territorios polacos desapareciéndolo totalmente del mapa europeo. En ese contexto de guerras e Ilustración, la diplomacia se convirtió en un instrumento muy beneficioso, pues regulaba las relaciones internacionales entre estas monarquías ávidas de expansión, pero cuidadosas de no chocar entre sí.