Al comprender qué constituye el aprendizaje y qué no, podemos mejorar nuestras estrategias educativas y de desarrollo personal, enfrentando así los retos de la vida con mayor eficacia y resiliencia.
Grandes interrogantes
Los seres humanos no nacemos con un conjunto de instrucciones genéticas que nos guíen hacia la supervivencia. Por ello, es fundamental que desarrollemos una habilidad crucial: la capacidad de adaptarnos a circunstancias cambiantes. Esta habilidad, que nos permite ajustar nuestro comportamiento y adoptar nuevas conductas, se conoce como aprendizaje. Esto plantea varias interrogantes: ¿podemos aprender a pensar de manera crítica? ¿Es posible adquirir habilidades para resolver conflictos? ¿Cuál es la mejor forma de aprender un nuevo idioma? ¿Los niños absorben prejuicios de sus padres? ¿Cómo aprendemos a enfrentar y soportar fracasos? A lo largo de este capítulo, abordaremos estas cuestiones.
¿Qué es el aprendizaje?
El aprendizaje se define como un cambio relativamente permanente en el comportamiento que resulta de la experiencia, la práctica o la interacción entre el individuo y su entorno. Es un proceso activo que implica la modificación de conductas previas para lograr nuevas formas de acción.
El aprendizaje puede ser visto como un proceso de adquisición de habilidades o conocimientos que se manifiestan en resultados concretos. En este sentido, representa un logro que se obtiene a través del esfuerzo personal. Por lo tanto, cuando hablamos de «aprendizaje», nos referimos a un criterio de
Distinción entre herencia y aprendizaje
Es importante señalar que el aprendizaje se contrapone al concepto de herencia. La herencia se refiere a lo que se recibe de manera pasiva de nuestros padres, mientras que el aprendizaje es el resultado de la interacción activa entre el individuo y su entorno. Este proceso de adquisición nos permite modificar aprendizajes previos y alcanzar nuevos niveles de conocimiento o habilidad, ya que el aprendizaje es intencional y está orientado hacia metas y objetivos específicos.
¿Cuándo realmente no se produce aprendizaje?
Es fundamental comprender que no todos los cambios de conducta se consideran aprendizaje. A continuación, se presentan tres circunstancias que no se consideran como tal:
Efecto de la Motivación:
Los cambios conductuales provocados únicamente por la motivación suelen ser temporales y reversibles. Estos cambios dependen de factores disposicionales, como estudiar solo cuando se aproxima un examen.
Efecto de la Maduración:
Los cambios que ocurren debido a la maduración son permanentes y están relacionados con factores fisiológicos. Un ejemplo de esto es el control de esfínteres, que se desarrolla naturalmente a medida que el niño crece.
Efecto de Sustancias Tóxicas:
La ingesta de sustancias psicotrópicas o psicoactivas puede causar cambios transitorios en el comportamiento, pero estos son el resultado de la interacción entre la droga y el organismo, y no de un proceso de aprendizaje genuino.
Queda claro que aprender es un aspecto esencial de la experiencia humana, ya que nos permite adaptarnos y evolucionar en un entorno en constante cambio.