Durante y después de la Primera Guerra Mundial la ciencia experimentó grandes avances. La teoría de la relatividad de Albert Einstein, publicada en 1905 (relatividad especial) y 1915 (relatividad general), ganó un reconocimiento más amplio tras el conflicto.
La filosofía después de la Primera Guerra Mundial
La humanidad no se ha limitado a conocer las cosa sino que ha deseado saber su fundamento último. La filosofía ha tratado de dar respuestas a preguntas eternas: ¿puede el hombre conocer la verdad?, ¿qué es el hombre?, ¿el conocimiento científico es seguro?, ¿qué es la vida? Occidente ha aportado a la filosofía figuras excelsas que trataron de resolver estas dudas.
Durante el siglo XX el pensamiento filosófico atraviesa una época de crisis y se ve precisado a revisar sus puntos de partida. En el siglo XIX una corriente, denominada positivismo, creía que el conocimiento científico era exacto y seguro. Pero la ciencia en su avance empezó a moverse entre incertidumbres, hipótesis sin comprobar, teorías, y, por otra parte, era incapaz de dar respuesta a realidades evidentes, como el sufrimiento.
La Primera Guerra Mundial dejó sobre Europa millones de cadáveres y mutilados. Las nuevas doctrinas filosóficas se esforzaron en iluminar las incertidumbres del conocimiento científico y la dimensión del sufrimiento.
Existencialismo
El existencialismo se ha planteado la dimensión del sufrimiento. Acusa a la historia de la filosofía de haber centrado su atención en lo general, y haberse olvidado del hombre concreto, de carne y hueso. Esta escuela filosófica, presidida por el alemán Heidegger, se ocupa de la existencia. Una de sus derivaciones más conocidas, el existencialismo francés de Jean Paul Sartre, afirma que el hombre y la vida son un absurdo, no se pueden explicar de forma lógica. El existencialismo ha ejercido un fuerte influjo en la literatura (Albert Camus), y las ideas de Sartre en una rama de la medicina tan moderna como el psicoanálisis.
La ciencia después de la Primera Guerra Mundial
El Espacio-Tiempo
En 1905, un joven científico alemán de 25 años, Albert Einstein (1880-1955), revolucionó la física con su Teoría de la Relatividad, que complementaría con una nueva formulación (Relatividad General) diez años después. El descubrimiento de la relatividad del tiempo es una de las más grandes conquistas del pensamiento humano y ha situado a Albert Einstein entre los titanes de la ciencia.
El Universo
En el campo de lo inmensamente grande las teorías sobre el universo son cada vez más apasionantes. Hacia 1930 se observó que las galaxias más remotas se alejaban todas de la Tierra. Los cosmólogos pensaron que el universo se encontraba en expansión. Y su origen fue probablemente una explosión, ocurrida hace 17 mil millones de años. Posteriormente, otras teorías han hablado de que el universo pasa por pulsaciones, fases en que se expande y fases en que se contrae hasta un determinado límite, como si fuera un globo que se infla y se desinfla.
El Átomo
En el campo de lo inmensamente pequeño las investigaciones sobre el átomo, al que se consideraba en la física clásica una partícula indivisible, han sido constantes: Thompson, Rutherford, Bohr y Louis de Broglie han elaborado sucesivas teorías sobre la estructura de esta partícula. Después se descubrieron procedimientos para su desintegración (fusión y fisión) con lo que se pudo aprovechar una energía fantástica. Primero se aplicó a la guerra (bombas atómicas). Luego a la medicina (medicina nuclear).
La Biología
En cierto sentido son todavía más trascendentales los avances en la biología, en el conocimiento de la vida. Se pensó durante siglos que los seres vivos se diferenciaban de manera esencial de la materia inerte. La química demostró que las sustancias o los elementos que integran a los seres vivos y no vivos son los mismos. Un jesuita francés, el Padre Teilhard de Chardin, planteó las doctrinas evolucionistas con una nueva dimensión: la vida surgiría con una determinada complejidad de la materia, sería una estructura química muy complicada.