Luego del fin de la República, Roma se convirtió en un imperio, para cuya administración se creó un sistema muy eficiente. El emperador concentraba todos los poderes: políticos administrativos, religiosos y militares. Se distinguen dos etapas: El Alto Imperio romano (Siglos I a.C.-III d.C.) y el Bajo Imperio romano (Siglos III-V d.C.).
El Alto Imperio romano
Durante el Alto Imperio romano o Principado se logró el máximo apogeo del Imperio y del sistema esclavista. Esto se expresó en la consolidación del poder imperial a través de la figura del Príncipe. Para la articulación de tan extensos y alejados territorios se valió de un aparato militar centralizado con un mayor profesionalismo unido a una red amplia de funcionarios.
El ejército se convirtió en el elemento estabilizador del Imperio romano, una de sus fuentes fundamentales de poder y legitimación de los gobernantes. Los funcionarios eran nombrados directamente por el Príncipe y controlados para que cumpliesen con la realización de sus principales servicios.
Augusto
Augusto gobierna durante los años 27 – 14 a. C. Establece la llamada Paz Romana, la cual brindó prosperidad y estabilidad interna y externa. Embelleció Roma con diversas construcciones convirtiéndola en la gran ciudad capital del Imperio. Estableció la Guardia Pretoriana (cuerpo de soldados profesionales) para brindarles seguridad a todas las autoridades que habitaban Roma. Durante su gobierno se produjo el apogeo de las artes y la cultura romanas de ahí el nombre de Siglo de Augusto.
Dinastías
Luego de Augusto, durante el Alto Imperio romano gobernaron al rededor de cuatro dinastías: los Julio-Claudianos, los Flavios, los Antoninos y los Severos. Entre los más importantes emperadores tenemos:
Julio-Claudianos (14 a. C. – 68 d. C.)
Los Julio-Claudianos pertenecían a la aristocracia romana. Si bien Augusto restableció la paz, las fronteras fueron aseguradas y las provincias pacificadas, su debilidad fue que todo dependía del Príncipe. Los sucesores directos de Augusto no tuvieron las mismas virtudes lo cual afectó al Imperio, además el problema sucesorio se convirtió en el principal de esta dinastía, siendo casi todos ellos asesinados. Se inició la primera persecución cristiana.
Emperadores de la dinastía Julio-Claudianos
Los emperadores de la dinastía Julio-Claudianos fueron: Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
Tiberio (14-37 d. C.): Gobierno duro y efectivo. Durante su periodo muere Cristo.
Calígula (37-41 d. C.): Derroche fiscal. Introduce costumbres helenísticas.
Claudio (41-54 d. C.): Conquista Britania. Contó con la asesoría de griegos libertos.
Nerón (54-68 d. C.): Incendió Roma. Realizó la primera persecución contra los cristianos.
Flavios (69 – 98 d. C.)
Con el fin de los Julio-Claudianos en la rebelión militar provinciana del 68, ascienden los Flavios, los cuales pertenecían al sector medio de las familias italianas sin antecedentes nobiliarios, siendo la expresión de la soldadesca fronteriza que buscan tener un emperador a su medida. El Imperio ya no es la propiedad de una gran familia, se buscó crear una nueva aristocracia.
La sucesión volvió a ser un problema, la legitimidad que no existía fue delegada a los hijos (principio de filiación natural) como ocurrió con Tito y Domiciano, su muerte provocó el ascenso de los Antoninos.
Emperadores de la dinastía Flavios
Los emperadores de la dinastía Flavios fueron: Vespasiano, Tito y Domiciano.
Vespasiano (69-79 d. C.): Construye el Coliseo.
Tito (79-81 d. C.): Erupción del Vesubio. Desaparecen Pompeya y Herculano. Destruye Jerusalén, por rebelión de judíos. Dispersión judía.
Domiciano (81-96 d. C.)
Antoninos (98 – 193 d. C.)
La dinastía Antoninos Marca la entrada de las familias provinciales al trono de Roma. Fue la última etapa de esplendor del Alto Imperio, impulsaron el desarrollo de la cultura, realizaron grandes construcciones, alcanzaron su máxima extensión territorial. El problema sucesorio buscó ser solucionado por Nerva con el principio de adopción del más capaz, el optimus. Con ello se buscó mantener la cohesión del Imperio, apoyado en una administración minuciosa, funcionarios numerosos, un control estricto de las finanzas que ayudó al Imperio, pero terminó ahogando a las provincias.
Una amenaza mayor será la de las invasiones bárbaras en especial en la Germanía en el siglo III, el sucesor Adriano estableció los limes (línea continua fortificada) la cual fracasó, Marco Aurelio su sucesor hizo replegar a los bárbaros, pero no por mucho tiempo, es el preludio de la crisis que desembocaría en el Bajo Imperio.
Emperadores de la dinastía Antoninos
Los emperadores de la dinastía Antoninos fueron: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Cómodo.
Nerva (96-98 d. C.): Instaura la idea de optimus en la sucesión, es decir, no necesariamente el hijo del emperador hereda el trono sino el más capaz.
Trajano (98-117 d. C.): Máxima expansión del Imperio. Conquista Mesopotamia.
Adriano (117-138 d. C.): Codificación romana (derecho). Edicto Perpetuo.
Antonino Pío (138-161 d. C.).
Marco Aurelio (161-180 d. C.): Emperador y filósofo estoicista.
Cómodo (180-192 d. C.)
Severos (193-235 d.C.)
Provenientes del norte de África, se caracterizaron por la fuerte presencia militar en el gobierno, el poder central se vio debilitado por los constantes levantamientos de los caudillos militares. Se priorizó el restablecimiento del orden para evitar la fragmentación política por la autonomía que iban teniendo las autoridades locales.
Se otorgó la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio (Caracalla), este intento por equiparar la ciudad con las provincias buscaba además obtener ingresos económicos ya que ser ciudadano implicaba el pago de impuestos. Este intento de unificación que se buscó en el Imperio tuvo que enfrentar además la presión de los pueblos bárbaros frente a la cual se aplicó una política defensiva (Alejandro Severo).
Emperadores de la dinastía Severos
Los emperadores de la dinastía Severos fueron: Septimio Severo, Geta, Caracalla, Macrino, Heliogábalo y Alejandro Severo.
Septimio Severo (193-211 d. C.).
Geta (211-212 d. C.).
Caracalla (212-217 d. C.): Da la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. Constitución Antoniana.
Macrino (217-218 d. C.).
Heliogábalo (218-222 d. C.): Decretó el culto solar (Helios).
Alejandro Severo (222-225 d. C.).
Anarquía Militar
El Alto Imperio romano llego a su fin con la Anarquía Militar (235 – 268 d. C.) donde gobiernan los llamados emperadores militares, originarios de las provincias, los cuales fueron elegidos por aclamación del ejército, la mayoría son asesinados tras un corto tiempo de gobierno, agudizando la crisis imperial. Así se da inicio al denominado Bajo Imperio romano.