La Reforma en Inglaterra fue impulsada con el objetivo de arrebatarle riquezas a la Iglesia. La aplicación político-económica de la doctrina protestante fue desarrollada en Europa por Enrique VIII.
Enrique VIII de Inglaterra (1509-1547)
El monarca inglés fue un convencido católico, incluso escribió y publicó en 1521 una defensa de la Iglesia bajo el titulo de Defensa de los siete sacramentos, donde argumentó la supremacía del papado en materia religiosa frente a las ideas de Martín Lutero. Por ello el Papa León X lo nombró Defensor de la fe.
Anulación del matrimonio
Sus anhelos por centralizar la monarquía para mantener la continuidad dinástica de la familia real se vieron favorecidos ante el avance de las ideas reformistas en Inglaterra. Esto le brindó la oportunidad de emplear como excusa la necesidad de anular su matrimonio con Catalina de Aragón, si bien Roma le negó el divorcio logró que el clero inglés lo reconozca como cabeza suprema de la Iglesia en 1532, por lo cual el Arzobispo de Canterbury, declaró nulo su matrimonio y legalizó el que contrajo con Ana Bolena, ante lo cual el Papa Clemente VII excomulgó al rey en 1533.
Nacimiento de la Iglesia anglicana
En 1534 Enrique VIII de Inglaterra promulgó el Acta de Supremacía que convirtió al monarca en Jefe de la Iglesia de Inglaterra con la capacidad para decidir tanto en cuestiones de disciplina como de dogma, además se consideró libre de la autoridad «extranjeras», es decir de la autoridad papal.
Unido al proceso de secularización de los bienes de la Iglesia (expropiación de las propiedades del clero) se promovió la libertad de cultos y se permitió la difusión de las ideas luteranas y calvinistas. A pesar de no realizar ningún cambio doctrinal significativo sentó las bases organizativas de la Iglesia anglicana.
Puso además en manos del rey un arma jurídica, la declaración de alta traición, que podía manejar al momento de tener que enfrentar las criticas motivadas por su actitud religiosa o sus asuntos matrimoniales. De este modo anuló todo tipo de oposición a su política eclesiástica y eliminó a cuantos se negaron a aceptar el Acta de Supremacía entre ellos a Tomás Moro, ferviente católico, canciller y célebre autor de Utopía.