Durante el Renacimiento la educación del hombre se concibió como el desarrollo armónico de todas sus facultades físicas y espirituales.
¿Cómo era la vida del hombre del renacimiento?
El horizonte del hombre de la Edad Media era restringido. Su mundo, pequeño geográficamente, estaba limitado en Occidente por las costas europeas y norafricanas del Atlántico; conocía solamente el norte de África y el Oriente cercano y medio. Los extremos sur y oriente de Asia eran para él, en parte, irreales.
Cambio de filosofía
La Tierra para aquel era el centro del Universo; concebía que alrededor de ella giraban el Sol y los planetas. La Iglesia orientaba el pensamiento hacia Dios y la vida extraterrenal y no hacia el conocimiento del mundo circundante. Las limitaciones también se daban en el Tiempo, puesto que el hombre medieval conocía muy poco de la cultura pasada, prefeudal, y las manifestaciones culturales de la Antigüedad constituían una incógnita muy grande. Y a pesar de que la cultura árabe tuvo gran influencia en la europea, era condenada como doctrina de los “incrédulos”. Así, los habitantes de las aldeas tenían en la Iglesia su única fuente de enseñanza, pero esta se ocupaba de lo celestial y no de lo terrenal. Además, las universidades del medioevo estudiaban muy poco el mundo circundante, a excepción de la Medicina.
Profundos cambios
El Renacimiento trajo profundos cambios en los hombres y en la sociedad. El hombre del Renacimiento vivía plenamente los intereses de su tiempo, y participaba de manera activa en la lucha política, cultural y social. De la antigua visión teocéntrica, ahora se basa en un orgulloso antropocentrismo que exalta el poder de la naturaleza humana y rechaza la imposición de cualquier norma que no derive de su propio criterio. El hombre se considera independiente y dueño de un destino propio, sujeto solo a las leyes de una naturaleza divinizada; es por eso que se llegará a valorar todo aquello que provenga de la condición humana: razón, sentimientos, instintos, etc.