A fines del siglo XV el espacio geográfico conocido por el hombre europeo se amplia gracias a las exploraciones que lideraron portugueses y españoles. Conoce a las principales causas de los descubrimientos geográficos.
Causas socioeconómicas
La segunda mitad del siglo XV se caracteriza por la recuperación de la población europea al terminar la Peste Negra, la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia y la Reconquista española. Este aumento de población generó la necesidad de una expansión económica basada en la búsqueda de materias primas para la manufactura artesanal europea, al igual que nuevos mercados para los productos de dicha actividad.
Crecimiento del comercio
El crecimiento de las actividades manufactureras y comerciales creó una mayor necesidad de dinero metálico, es decir, metales preciosos para la acuñación de moneda y, como el oro y la plata de las minas europeas eran escasos, se los buscó fuera del continente. Los portugueses establecieron una red mercantil con el interior de África para obtener oro, marfil y esclavos del Sudán. Además estos metales preciosos eran necesarios para la compra de los productos e insumos de origen asiático.
Aumento demográfico
El aumento de la población y el crecimiento económico fueron una de las principales causas de los descubrimientos geográficos, ya que promovieron un mayor consumo de carnes, generando una gran demanda de especias procedentes de Asia: La pimienta proveniente de la costa de Malabar, el jengibre (kion) de China, la canela de Ceilán, la nuez moscada de las Islas Celebes, el clavo de olor de las Islas Molucas, entre otras. Especias que además del uso culinario y de preservación de alimentos, se usaban como medicinas, ungüentos, estimulantes y afrodisiacos indispensables para los europeos.
Ruta comerciales
Además de ello, el mercado europeo, necesitaba de productos como la seda de China, las prendas de lino, las esmeraldas y los diamantes de la India, los rubíes de Ceilán, las perlas del Golfo Pérsico, los diversos tintes provenientes de Arabia, Persia, India, Ceilán y China, papeles finos y vajilla de China, herramientas y armas blancas de Siria y Persia, entre otros productos artesanales del Oriente.
Para el crecimiento sostenido de la economía y población europea hubo necesidad de un mayor abastecimiento de trigo y azúcar. El trigo provenía de las costas del Mar Negro y Marruecos, mientras que el azúcar de las islas del Mediterráneo como Chipre y Sicilia, así como de las Azores y Madeira. Mientras que en las zonas del Mediterráneo las actividades agropecuarias seguían demandando esclavos de origen africano, y para las tareas domésticas en las casas señoriales esclavas de origen eslavo, tártaro, caucásico, búlgaro o serbio.
Estos productos llegaban a Europa mediante intermediarios árabes y venecianos, que manipulaban los precios a su antojo. Con la conquista de Constantinopla por los turcos otomanos, la situación de dependencia se agravó y los precios se elevaron a niveles prohibitivos.
Nuevas rutas marítimas
Como solución a esta crisis los reinos europeos tomaron dos alternativas, la primera fue la protagonizada por los reinos con escaso mercado interno como Portugal y Castilla, que consistió en la búsqueda de nuevas rutas marítimas para alcanzar las tierras originarias de aquellos productos. La segunda alternativa fue la de los reinos y ciudades-Estado que asumieron el reto de incentivar su producción manufacturera, como la vajilla y los textiles de Inglaterra, la tapicería de Francia, las armas de Florencia, las herramientas de Milán y la seda de Venecia, y así consolidar sus mercados internos.
Factores ideológicos
Otra de las causas de los descubrimientos geográficos fue la sed de aventuras de los europeos, cuya imaginación y ambiciones fueron estimuladas por lecturas de libros como los viajes de Marco Polo, o los relatos de marinos y mercaderes sobre las riquezas de las rutas de la seda y de las especias.
A ello se le suma el espíritu aventurero de tierras lejanas y exóticas, lo cual también incentivó el afán fama, prestigio, poder y gloria como el de conocimiento.
Ambiciones
A esto es necesario señalar que la ambición y el afán de lucro no estaban separados del espíritu de cruzada que se mantenía desde la Edad Media, en especial en los reinos ibéricos de Portugal, Castilla y Aragón (España), a lo largo de la Guerra de Reconquista española contra el dominio islámico.
Estos elementos culturales fueron reavivados con la conquista turca otomana de Constantinopla en el año de 1453, donde como rasgo característico de la cultura Occidental se impuso el miedo a los turcos, es decir el miedo al otro, al diferente. Rasgo que fue utilizado como elemento político, por parte de la Iglesia y los monarcas, para generar identidad entre los cristianos contra los musulmanes o de alguna otra religión. Esta fue una expresión de la intolerancia religiosa de la época.
Factores científicos y tecnológicos
Los estudios geográficos se iniciaron con la lectura y el debate del libro Geografía de Ptolomeo de Alejandría (Grecia siglo II d.C.) y fueron continuados por el estudio del cardenal francés Pierre d’Ailly titulado Imago mundi, a inicios del siglo XV, que apelando al método de las autoridades recogía citas de los más importantes científicos y académicos clásicos y medievales para llegar a deducir que la Tierra era redonda y no plana como se creía hasta ese entonces, influyendo de manera decisiva en los planteamientos de Cristóbal Colón.
Cartografía
Por esos años la cartografía alcanzó un gran desarrollo mediante la realización de los denominados portulanos, mapas que detallaban las costas, y las cartas marinas que indicaban las corrientes. De esta forma, es posible considerar a la necesidades del avance científico como otra de las causas de los descubrimientos geográficos.
Los grandes inventos que facilitaron la navegación fueron la brújula, utilizada desde el siglo XIII, y el astrolabio, empleado para calcular la latitud desde el siglo XV. Pero el elemento tecnológico esencial para el desarrollo de la navegación a largas distancias fue el perfeccionamiento de los navíos. El tipo de barco que se usaba desde la Edad Antigua en el Mediterráneo fue la galera, pero resultaba muy pesado para navegar en las aguas del Atlántico.
Por ello los portugueses crearon dos nuevos tipos de navíos apropiados para la navegación en alta mar, fueron la nao y la carabela, más fuertes y altas, con tres mástiles que giraban sobre sus goznes de hierro para aprovechar al máximo la fuerza del viento en el velamen. La carabela fue más rápida, gracias a sus velas triangulares (velas latinas) que aprovechaban el viento cuando soplaba de lado. La nao era una carabela redonda y de mayor tonelaje, llevaba dos velas cuadradas y una triangular en el mástil de popa.